Contexto histórico
Situado a unos 43 km al oeste de Cracovia (Polonia) con un cartel situado en la puerta de entrada de uno de los diversos campos que lee Arbeit macht frei («El trabajo os hará libres»), Auschwitz, fue uno de los mayores campos de concentración y exterminio que se desarrollaron durante la ocupación alemana de dicho territorio.
Abierto en Mayo de 1940 como
campo para presos políticos con el avance de la guerra y el aumento de
prisioneros y judíos el campo comenzó a crecer. A comienzos de 1942 se habilitó
Auschwitz II conocido como
Auschwitz-Birkenau y para octubre de ese mismo también existía Auschwitz III también llamado
Auschwitz-Monowitz.

Este sector en el que
mayoritariamente trabajaban mujeres, era un almacén en el que se realizabán
tareas de almacenamiento y clasificación de los equipajes que se habían
confiscado a los presos al llegar. Esas mercancías eran después empaquetadas y
enviadas de vuelta al Reich. Para los presos, trabajar en Canada era uno de los
posibles mejores empleos del campo. Los presos ahí no solo podían dejarse el
pelo largo sino que además gozaban de tener mejores condiciones alimenticias y
higiénicas.
Helena Citrónóva
Helena Citrónóva era una joven
judía nacida en Checoslovaquia llegó que llegó a Auschwitz en marzo de 1942 en
uno de los primeros trenes que llegaban de Eslovaquia. Debido a su juventud y a
su buena forma física Helena fue enviada a trabajar en un comando exterior
demoliendo edificios y cargando escombros. Como la mayoría de los presos, vivía
bajo condiciones infrahumanas; durmiendo sobre paja infestada de pulgas,
comiendo poco y recibiendo múltiples agresiones físicas.
En ese contexto, Helena comenzó a
observar como las mujeres de su alrededor perdían la esperanza y se dejaban
morir. Solo era necesario gritar de manera histerica, explicó Helena, entonces
los SS te cogían y te mataban de un disparo.
Entonces, comprendió que para
sobrevivir necesitaba trabajar en un comando menos exigente. Por ello tras
hacerse con el uniforme de rayas y la pañoleta blanca (ropa característica del
Sector Canadá) de una trabajadora que acababa de morir la muchacha se unió al
comando. Por desgracia un Kapo detectó que era una "infiltrada" y le
aseguro que sería trasladada al Comando Penal donde sería sentenciada de
muerte. «"Pero no me importó" Afirma ella en un libro "Porque pense:
Bueno, al menos pasaré un día bajo techo"».
Sin embargo ese día, coincidió ser el
cumpleaños de un SS encargado de supervisar el trabajo en ese barracón. Durante
la hora de la comida La Kapo entro en el barracón y preguntó si alguna de las
mujeres de ese comando sabía cantar o recitar algo bonito. Como Helena tenía
una voz hermosa fue preguntada si sabía cantar en Alemán, pero ella mintió
diciéndo que no. "No quería cantar para para un alemán" Afirma ella.
Aún así, le obligaron a hacerlo. "Canté para él con la cabeza mirando
hacia abajo, sin atreverme a mirar su uniforme. Yo lloraba mientras cantaba y
de repente, al terminar la canción, lo escuché decir "Bitte". En voz
baja, me pidió que volviera a cantar ... Y las muchachas decían: "Canta,
canta, tal vez así te deje quedarte aquí (En el comando canada)". Y
entonces volví a cantar la misma canción; era una canción alemana que había
aprendido en la escuela. Fue así como él se fijó en mí, y a partir de ese
momento, creo, se enamoró. Eso
fué sin duda lo que me salvó de
morir ahí.»
Franz Wunch
Franz Wunsch nació el 21 de marzo 1922 en Drasenhofen, una
ciudad austriaca situada en la región de Mistelbach, muy cerca de la frontera
con la república checa, y es conocido por el trabajo como supervisor que llevo
a cabo en Auschwitz- Birkenau.
Pero conozcamos un poco más de
él...
Franz se unió antes de su décimo octavo cumpleaños
a las SS, -Para mi era una fuerza de
élite- afirmo años más tarde. Cuando estalló la guerra fue destinado a la parte
delantera del frente oriental, donde recibió un disparo en una rodilla. A causa
de esa lesión, y después de su recuperación se le asignó a la compañía de jefaturas de la administración y guarnición
de las SS que estaban en Auschwitz . En septiembre de 1942 fue ascendido a
sargento y supervisor jefe del destacamento de las SS en Canadá.
Los testigos afirmaron más tarde que él era un
" Odia judíos ", ya que han por lo menos una vez a la semana durante
el servicio de selección de prisioneros que realizaba en las rampas de los
ferrocarriles que llegaban al campo, golpeaba brutalmente tanto a hombres como
a mujeres. Los judíos supervivientes afirman que su brutal comportamiento
cambio de repente por el amor hacia Helena.
Su historia
Tras la celebración de su
cumpleaños Wunch le pidió a La Kapo que se asegurara de que Helena se quedaba en
Canadá, y con esa simple petición salvo la vida de la muchacha, que se libró de
ir al comando penal y logro ser trabajadora fija en el centro de clasificación.
Desde su primer encuentro, Wunch sentía cariño hacia ella a pesar de que al principio Helena lo odiaba. Ella había
oído las historias que circulaban sobre su violencia, además del rumor de que había matado a un prisionero que se dedicaba al contrabando.
Con el paso de los días y las semanas, Helena observó que él continuaba
tratándola con amabilidad. ejemplo de esto es el envio que recibió Helena un día de parte de un intermediario unipipel. Era una caja de galletas que Franz había logrado entregar a través de los jovencitos que trabajaban como criados de los
Kapos
Más tarde Wunsch empezó a hacer algo más atrevido: le enviaba notas. «Cuando volvió al barracón donde trabajábamos pasó a mi lado y me lanzó una nota. Yo tuve que destruirla enseguida, pero alcance a ver que decía: "Amor. Estoy enamorado de ti". Me sentí miserable. Pensé que prefería estar muerta a estar con alguien de la SS.»
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Mujeres trabajando en Canadá. Mayo 1940 |
Más tarde Wunsch empezó a hacer algo más atrevido: le enviaba notas. «Cuando volvió al barracón donde trabajábamos pasó a mi lado y me lanzó una nota. Yo tuve que destruirla enseguida, pero alcance a ver que decía: "Amor. Estoy enamorado de ti". Me sentí miserable. Pensé que prefería estar muerta a estar con alguien de la SS.»
También inventaba excusas
para conseguir ver a Helena. En alguna ocasión, le pidió que le
arreglara las uñas. «Estábamos solos», cuenta Helena, «Y entonces me dijo:
"Arréglame las uñas para que pueda verte durante un minuto". Ella le contesto que no: "En absoluto, he oído que mataste a alguien, a un joven,
junto a la alambrada". Pero el siempre le nego ese incidente diciendo que no era verdad.
En una de esas ocasiones Helena se enfrentó a él: "No me traigas a este lugar ... ni manicuras ni nada. Yo no hago manicuras". Entonces se dio la vuelta y le dijo que se marchaba: "No puedo verte nunca más". Pero él le gritó enfurecidamente, de repente había vuelto a ser lo que era, un SS: "Si pasas por esa puerta no vivirás". Le amenazó mientras sacaba su pistola y le apuntaba con ella. "Me amaba"-Afirmo Helena-"Pero su honor y su orgullo habían sido heridos" "¿Qué pretendes al marcharte sin mi autorización?". "¡Dispárame! Prefiero morir a seguir jugando a este doble Juego". Le contestó Helena desafiante. Él, como era lógico no lo hizo,y Helena abandonó la habitación sin mirar atrás.
En una de esas ocasiones Helena se enfrentó a él: "No me traigas a este lugar ... ni manicuras ni nada. Yo no hago manicuras". Entonces se dio la vuelta y le dijo que se marchaba: "No puedo verte nunca más". Pero él le gritó enfurecidamente, de repente había vuelto a ser lo que era, un SS: "Si pasas por esa puerta no vivirás". Le amenazó mientras sacaba su pistola y le apuntaba con ella. "Me amaba"-Afirmo Helena-"Pero su honor y su orgullo habían sido heridos" "¿Qué pretendes al marcharte sin mi autorización?". "¡Dispárame! Prefiero morir a seguir jugando a este doble Juego". Le contestó Helena desafiante. Él, como era lógico no lo hizo,y Helena abandonó la habitación sin mirar atrás.
Con el tiempo Helena
empezó a comprender que por increíble que pareciera en un primer momento,
podía contar realmente con Wunsch. Además conocer lo que Wunsch sentía por ella le daba cierta "sensación de seguridad". Helena contó que durante su estancia en el campo en más de una ocasión penso: "Él no permitirá que me
pase nada".
Su historia se haría más compleja el día en el que Helena se enteró (gracias a una compañera eslovaca) que su hermana Rózinka y sus
dos hijos habían sido vistos en el campo y que iban a ser llevados al crematorio. Era de noche y se encontraba en
su barracón en Birkenau, pero presa del miedo y a pesar del toque de queda, salió de su bloque y corrió en dirección al crematorio. Nadie sabe muy bien como, pero, Wunsch
fue informado de lo que ella pretendía hacer y la alcanzó de camino al
crematorio. Cuando la vio en mitad del campo grito a los demás miembros de la SS que se encontraban en el turno de noche que ella era «una excelente trabajadora en su almacén». Después, la alcanzó y la tiró al suelo. Empezó a golpearla por haber quebrantado el toque de queda, para que ninguno
de los SS que estaban cerca pudiera pensar que existía algun tipo de relación
entre ambos. Entre golpe y golpe le preguntó: «Rápido, dime el nombre
de tu hermana antes de que sea demasiado tarde». Helena le dijo que su hermana
se llamaba Rózinka y que, según le habían informado, había llegado con sus dos
hijos pequeños. «¡Los niños no pueden vivir aquí!», le dijo él antes de entrar
corriendo a el crematorio.
Un gran favor

Wunsch consiguió encontrar a Rózinka
en el edificio y sacarla fuera de allí con la excusa de que era otra de sus
trabajadoras que había llegado ahí por equivocación .Sin embargo, Franz no pudo hacer nada por sus dos hijos que murieron en la cámara de gas, pero si que logro que Rózinka pudiera trabajar junto a Helena en Canadá. "Mi hermana no podía entender en qué lugar se hallaba —sostiene Helena—. Se le
dijo que debía trabajar y que sus hijos habían sido llevados a un jardín
infantil". Su hermana inocentemente le preguntó si podía ir a visitarlos, y Helena debido a la difícil situación en la que se encontraba, fue incapaz de decirle la verdad y le respondio que había días en los que era posible hacerlo.
Conforme el tiempo pasaba las demás mujeres que trabajan en Canadá observaron lo mucho que estaban afectando a Helena las constantes
preguntas de su hermana sobre el destino de sus hijos. Así que un día le dijeron la temida verdad: "¡Deja de dar la lata! Los niños se han ido. ¿Ves el fuego? ¡Es allí
donde los queman!". Rózinka quedó conmocionada y a partir de entonces se volvió apática y perdió todo deseo de vivir. Fueron los cuidados y la atención constante de
Helena los que le permitieron sobrevivir durante los siguientes meses de encierro.
Pero la situación no hizo más que empeorar. Rózinka tenía la suerte de estar todavía viva. y las demás trabajadoras de Canadá las miraban con sentimientos encontrados. «Mi hermana estaba viva y
las suyas no —dice Helena—. La cuestión era que mi hermana había llegado y que
él [Wunsch] había salvado su vida. ¿Porqué semejante milagro no les había ocurrido
a ellas, que, en cambio,"habían perdido todo su mundo, sus hermanos, sus
padres, sus hermanas? Incluso aquellas que se alegraban por mí no se alegraban tanto como afirmaban.
No podía compartir lo que sentía con mis amigas. Y realmente les tenía miedo, todas ellas sentían
envidia, me envidiaban. Una de ellas, se me acerco un día y me dijo: "Si
Wunsch me hubiera visto antes que a ti, se habría enamorado de mí".
Crematorios de Auschwitz-Birkenau |
Los sentimientos de Helena hacia
Wunsch cambiaron radicalmente después de que éste salvara la vida de su
hermana: "Con el paso del tiempo, llegó un momento en que de verdad lo amé. Arriesgó
su vida por mí más de una vez".
Un amor de miradas
No obstante, esta relación nunca llegó a consumarse, a diferencia de lo ocurrido con otras mujeres en Auschwitz: "Los prisioneros judíos se enamoraban de toda clase de mujeres mientras trabajaban. Y de vez en cuando desaparecían en los barracones en los que se doblaba la ropa para tener relaciones sexuales. Cuando lo hacían tenían a alguien vigilando de tal manera que si algún SS se acercaba pudieran ser advertidos. Entre Franz y yo nunca ocurrió nada porque él era un SS". Su relación consistió en miradas, palabras pronunciadas deprisa y notas garabateadas: «Miraba a derecha y a izquierda, y cuando veía que no había nadie que pudiera escucharnos, me decía: "Te amo". Realmente me hacía sentir bien en ese infierno. Me animó aunque solo fueran palabras muestras de un amor loco que nunca podría hacerse realidad. Porque realmente ningún plan habría podido hacerse realidad allí. También es cierto que había momentos en los que yo no era realista y me olvidaba de que era judía y de que él era alemán. De verdad... y lo amaba. Pero no podía ser real. Allí pasaban muchas cosas, amor y muerte, sobre todo muerte».Un giro inesperado
Sin embargo con el tiempo todo Auschwitz acabo enterándose de los sentimientos de ambos, y entonces ocurrió lo inevitable: Alguien acabo informando sobre nosotros. Si quien lo hizo fue un prisionero o un miembro de la SS es algo que no sabremos; pero el hecho, como dice Helena, es que «alguien se chivó».Barracones reales de Auschwitz |
Wunsch había sido arrestado al mismo tiempo y, al igual que ella, negó al ser interrogado que existiera cualquier tipo de relación entre ambos. Los interrogatorios prosiguieron durante cinco días, tras los cuales los dos fueron liberados. Aunque Helena fue posteriórmente «castigada» y por tanto, obligada a trabajar sola en una sección de los barracones de Canadá, lejos de las demás mujeres. Desde entonces Wunsch tuvo la precaución de mostrarse más circunspecto en sus intercambios con ella. Aunque hay que reconocer que Wunsch siguió protegiendo a Helena y su hermana hasta que Auschwitz dejó de existir.
Epilogo
En 1945 cuando el avance de las tropas Rusas por el este aumentaba se produjo la evacuación de Auschwitz.Vestidos con las prendas ligeras que los nazis les proporcionaban en el campo, las cuales, no ofrecían protección adecuada contra la nieve y el viento glacial del invierno polaco, los prisioneros fueron reunidos en la carretera para comenzar la marcha hacia Alemania. En ese momento el SS Franz Wunsch tuvo el último gran gesto hacia la mujer que amaba: La prisionera judía Helena.Mientras Helena, temblando de frío, esperaba junto a su hermana Rózinka el inicio de la marcha Wunsch les llevo dos pares botas forradas en piel mientras que los demás prisioneros calzaban unos pobres zuecos rellenos con periódicos.
"El había puesto su vida en peligro al dárnoslas". Wunsch le dijo que lo enviarían al frente pero que su madre vivía en Viena, y se ocuparía de ella y de su hermana si así lo deseaban. La oferta tenía sentido ya que siendo judías al final de la guerra no tendrían ningún lugar al que ir. El alemán introdujo un pedazo de papel con la dirección de su madre en la mano de Helena pero esta lo tiro al suelo una vez se hubo marchado Franz. "Recordé las palabras de padre: «No olvides quién eres»". Su padre le había subrayado que tenía el deber de recordar—«soy un judío y tengo que seguir siendo un judío»—, y, en consecuencia, se deshizo de la dirección de la madre de Wunsch y nunca más se volvieron a ver.
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